El centro de día, la alternativa para evitar la sobrecarga del cuidador

8 mayo, 2017

Estar quemado. Estar extenuado. Estar agotado. Seguro que podríamos encontrar unas cuantas formas más de definir ese estado de falta de fuerzas en el que nos encontramos tras un prolongado e intenso esfuerzo. Son muchas las personas que emplean asiduamente algunas de las expresiones mencionadas para definir su estado psicológico actual. Entre ellas, quienes tienen a su cargo a un mayor dependiente son, con toda seguridad, los que más agotamiento sienten porque al esfuerzo físico hay que añadir un esfuerzo y consiguiente agotamiento emocional en el que la pena, la impotencia y el dolor, consumen buena parte de su energía.

La solución, la ayuda, viene de la mano de los centros de día; un entorno tan adecuado y necesario para un dependiente, como para su cuidador principal. La inesperada llegada de una patología como el Alzheimer, Parkinson o cualquier otra que obligue a alguien a convertirse en dependiente, trastoca la vida de familias enteras, cambia la rutina y consume fuerzas que necesitan ser repuestas pero que no siempre lo son. Lo que empieza siendo una adaptación a una vida de ritmo diferente, termina por convertirse en una total dedicación, de la que están frecuentemente ausentes los apoyos familiares y económicos.

La importancia del cuidador

La dificultad, cuando no imposibilidad, de dar con unas condiciones y  cuidados que favorezcan la salud mental, física y psicológica del cuidador principal de un dependiente, ha derivado en lo que se conoce como el síndrome de la sobrecarga del cuidador y que, retomando el título de este artículo, no es otro que el de el síndrome del cuidador quemado, agotado o extenuado.
Tomar la decisión de acudir a un centro de día que pueda liberarnos y dejarnos algo más de tiempo con el que reponer fuerzas y que nos permita hacerlo con la plena seguridad de que nuestro familiar estará en buenas manos, es la manera de terminar entre otros síntomas, con el agotamiento, el estrés o la falta de sueño. Tampoco es especialmente necesario explicar con detalle a qué puede llevarnos la falta de sueño; buena parte de los conflictos familiares se desencadenan fácilmente cuando alguno de los miembros no ha dormido las horas necesarias.

Por otra parte, no liberar al cuidador de esta sobrecarga puede terminar traduciéndose en una depresión cuyo origen bien podría estar en una sensación de aislamiento y de sentimiento de culpabilidad al comprobar que algo falla. Hacerse responsable por completo de un familiar en situación de dependencia y no ver en él ninguna mejoría mientras nuestras fuerzas merman y se agotan, lleva aparejada una desmotivación que, como la sensación de soledad, bien puede constituir el detonante de una depresión.

Para evitar llegar a este extremo son necesarios tanto el compromiso y toma de conciencia del cuidador principal, que debe saber de la existencia y necesidad de acudir a un centro de día, como de la toma de consciencia de su entorno; éste deberá apoyarlo y motivarlo para que encuentre en estos centros el recurso necesario que le permita seguir ejerciendo de cuidador principal de su familiar.

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